La reciente entrega del Protocolo Intercultural de Seguridad con Enfoque Restaurativo en Tumaco, impulsada por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), es mucho más que un acto administrativo. Es una declaración de principios que posiciona a Nariño como un referente internacional en la compleja arquitectura de la paz territorial y la justicia restaurativa.


La Profundidad del Macrocaso 02

El contexto de esta acción es el Macrocaso 02, una investigación crucial que aborda los graves actos de violencia ocurridos entre 1990 y 2016 en Tumaco, Ricaurte y Barbacoas. Con más de 105.000 víctimas acreditadas, que incluyen comunidades afrodescendientes, campesinas y, centralmente, el pueblo indígena Awá, este proceso no solo busca la verdad, sino la reparación profunda.

La innovación radica precisamente en la forma de abordar esta reparación. El proceso integra enfoques diferenciales (étnico, territorial y de género) y, al hacerlo, diseña una justicia que no solo castiga, sino que restaura. El proyecto ‘Armonizándonos en el territorio del Pueblo Awá’ es el ejemplo palpable de este modelo, donde la justicia se entiende como la sanación del tejido social y del territorio mismo.


Un Protocolo de Vida, una Hoja de Ruta Viva

El Protocolo Intercultural, entregado por la magistrada Belkis Izquierdo, es la herramienta que garantiza la seguridad en la Fase II de 'Armonizándonos'. Esto es vital. En un contexto de riesgos persistentes, no se puede hablar de restauración si no hay seguridad. Este instrumento establece acciones concretas de prevención, rutas de protección y medidas diferenciales para salvaguardar la vida de las comunidades.

La primera fase del proyecto ya demostró el poder de la articulación al restaurar el camino ancestral hacia la Casa de la Sabiduría Marcos Pai, lográndolo sin incidentes de seguridad gracias a la unión entre comunidades, guardia indígena y entidades estatales. La Fase II, que incorpora trayectos más extensos y actividades restaurativas de mayor complejidad, necesita, y ahora tiene, esta hoja de ruta viva para el trabajo unido.

Las palabras de Jairo Javier Bisbicú, consejero de la Unipa, sintetizan su importancia: “Este protocolo nos da garantías para avanzar en el proyecto y también nuestra memoria y seguridad territorial”. El acceso a la justicia y la reparación no pueden estar condicionados por el miedo.


Nariño, Modelo de Justicia Restaurativa

Lo que se consolida en Tumaco es un modelo de justicia restaurativa único en el país. Articula la JEP (como entidad judicial), las comunidades étnicas (como titulares de derechos y saberes), los comparecientes (como agentes de verdad y reparación), y la comunidad internacional.

Este hito no es solo la protección de unas víctimas; es la protección del método. Es la ratificación de que la paz territorial solo se construye cuando se escucha la voz de las comunidades afectadas, se respeta su cosmovisión (interculturalidad) y se les empodera para ser los protagonistas de su propia reparación. Nariño está demostrando que la no repetición es posible, siempre y cuando se trabaje con enfoque diferencial, valentía y profundo respeto por la memoria del territorio.