El primer aniversario de la Operación Perseo en el Cañón del Micay, con epicentro en El Plateado (Cauca), marca un hito de la mayor trascendencia para el suroccidente colombiano. Los resultados presentados por el Ministerio de Defensa no solo son cifras operacionales, sino el reflejo de una lucha compleja y persistente por recuperar un territorio históricamente secuestrado por la violencia y el narcotráfico. Lo que el Estado ha demostrado en este año es que la acción militar es la base, pero el verdadero cambio se cimienta en la presencia integral y la inversión social.


La Dualidad del Éxito: Seguridad y Bienestar

El balance es contundente: la reducción del reclutamiento ilícito de menores (-49%), la caída del terrorismo (-29%) y la drástica disminución de los enfrentamientos criminales (-75%) son señales inequívocas del fortalecimiento del control estatal. Cada estadística representa una vida salvada, una familia menos atormentada y un espacio de libertad reconquistado.

Pero el éxito de Perseo reside en su doble filo. En paralelo a la neutralización de 122 laboratorios de droga y la afectación de estructuras criminales (principalmente las disidencias de alias ‘Mordisco’), el Estado ha volcado su mirada social al Micay:

  • Inversión en Salud: La puesta en marcha del Hospital Móvil de El Plateado con servicios de segundo nivel y la ambiciosa inversión total de $182.000 millones en salud son la promesa materializada de que la vida vale más que la coca.

  • Ayudas Humanitarias: La entrega de más de 80 toneladas de ayuda y el restablecimiento de la conectividad celular demuestran que la Fuerza Pública no solo llegó a combatir, sino a servir.

Como bien lo señala el Ministro de Defensa, “Transformar territorios que llevan décadas sumergidos en la economía del narcotráfico no se logra en un año”. La persistencia es la clave, y la presencia del Estado, que “no ocurría hace décadas”, es el primer paso hacia la normalidad.


El Desafío Pendiente: Quebrar la Dependencia Ilegal

Si bien los resultados en seguridad son notables—incluida la desmovilización de cabecillas como alias ‘Kevin’ y ‘Yiovany’—la verdadera batalla se libra en la mente de la comunidad. El Cañón del Micay, con su fértil tierra, ha sido esclavizado por la economía ilícita.

El llamado del Ministro a la comunidad es un mensaje con profundo calado: “piensen cómo quieren ver a su hijos en 10 o 30 años; en medio de cultivos de narcotráfico o en cultivos de cacao y café”. La erradicación de la violencia solo será sostenible si se abandona la dependencia del narcotráfico. Es el momento de que la comunidad, respaldada por la seguridad y la inversión estatal, tome la decisión de elegir la legalidad, la paz y la prosperidad que ofrecen los cultivos lícitos.

Perseo es una operación que honra la valentía de la Fuerza Pública. Pero el futuro de nuestra gente—el objetivo final—depende de la Unión, la Persistencia y la Voluntad Colectiva de convertir el Cañón del Micay, de ser un epicentro de guerra, en un orgullo nacional de desarrollo y paz.