Es admirable que nuestras empresas y comunidades promuevan la cultura de la prevención a través de los *simulacros de desastres*. Es una actividad que, en esencia, nos prepara para lo impensable y nos da herramientas vitales para la supervivencia. Participar es un acto de *responsabilidad colectiva* y personal que merece ser aplaudido.
Sin embargo,
hay una realidad que salta a la vista: para muchos, el simulacro se convierte
en una pasarela. No es difícil notar que, ese día, muchos empleados y vecinos
desfilan con sus *"mejores pintas"*, los tacones más altos,
bolsos de marca, o ese celular que es la última novedad. Se presta más atención
a quién luce más elegante o a la vecina que nos gusta, que al propósito central
del ejercicio.
Es tentador
caer en esta superficialidad. En un ambiente laboral o social donde la imagen a
menudo lo es todo, el simulacro se percibe como una pausa en la rutina, una
oportunidad para socializar o, francamente, para exhibirse. Se olvida que el
elegante atuendo o el tacón de aguja no nos ayudarán a evacuar más rápido o a
rescatar a un compañero. *La verdadera importancia se diluye entre el brillo
y la coquetería.*
*La Vida No Distingue Marcas ni Estilos*
La cruda
verdad es que *la calamidad no espera el momento perfecto ni distingue entre
marcas y estilos*. El cambio climático nos recuerda, con fenómenos cada vez
más intensos, que los desastres naturales están a la vuelta de la esquina. Un
sismo, una inundación o un incendio no se detendrán porque llevamos puesto
nuestro mejor traje.
El valor de
un simulacro no radica en la vestimenta, sino en* aprender a actuar bajo
presión*. Es el momento de:
- *Memorizar rutas de evacuación* y puntos de encuentro seguros.
- *Identificar riesgos* en nuestro entorno inmediato.
- *Practicar la calma* y la ayuda mutua.
- *Entender los protocolos* de emergencia para reaccionar
de forma organizada, no por pánico.
*Un Llamado a la Conciencia*
Así que, sí,
disfrutemos la oportunidad de interactuar y notar las "pintas" de
nuestros compañeros, pero que esto sea una anécdota, no el foco principal.
*Hoy, mira
para todos lados, pero que sea para identificar las salidas, a las personas que
necesitan ayuda y la ubicación de los equipos de emergencia*. El mejor "accesorio" que
podemos llevar a un simulacro es la *seriedad, la atención* y el compromiso
con nuestra seguridad y la de los demás.
*Participa,
aprende y prioriza la vida sobre la vanidad*. Porque cuando el desastre sea real, nuestra
preparación será lo único que verdaderamente importe. *¡El entrenamiento
salva vidas!*
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