El reciente mensaje del expresidente Álvaro Uribe Vélez en la red social X [El mensaje del expresidente Álvaro Uribe Vélez en X] resuena con una alarma ineludible sobre la situación actual de Colombia. Sus palabras no solo exponen una crisis palpable, sino que también señalan directamente al creciente dominio de la economía ilícita como el eje destructor de la nación. Esta perspectiva, si bien polémica para algunos, plantea un debate crucial y urgente que la sociedad y el gobierno no pueden seguir evadiendo.


La Devastación Interna: Más Allá de las Cifras

Uribe Vélez subraya un dato escalofriante: Colombia entrega anualmente más de 1.800 toneladas de cocaína al mercado mundial. Esta cifra no es meramente estadística; es el termómetro de una enfermedad social y política que carcome los cimientos de la democracia, la juventud y las familias. La economía del narcotráfico inyecta una liquidez perversa que distorsiona los valores, corrompe instituciones y financia la violencia que hoy azota cada rincón del país.

La inseguridad que se vive actualmente es la consecuencia directa de esta "alcahuetería" o, en términos más rigurosos, de una estrategia fallida que ha permitido el resurgimiento y fortalecimiento de los grupos armados ilegales que viven del narcotráfico. Es imposible buscar el bienestar de los colombianos y el crecimiento de sus hogares cuando la ola de violencia y la zozobra dictan el ritmo de la vida cotidiana. La crisis no es solo de orden público; es una crisis de liderazgo estratégico que no ha sabido atajar el problema de raíz.


El Vínculo Crítico entre la "Paz Total" y el Narcotráfico

El expresidente sitúa el Acuerdo de Paz con las FARC de 2016 como el punto de inflexión que "otorgó impunidad al narcotráfico" y critica la actual política de "Paz Total" por haber continuado y agravado este rumbo. Argumenta que el único resultado ha sido más violencia y destrucción interna.

Esta es una de las críticas más severas y de mayor peso en el debate nacional. El concepto de "Paz Total", al buscar diálogos con múltiples actores que tienen como base financiera el narcotráfico y la minería ilegal, corre el riesgo de legitimar de facto el crimen. Para los sectores críticos, la tolerancia al crimen bajo el pretexto de la paz es, como lo plantea Uribe, una herramienta eficaz para la destrucción de la democracia.

Si la búsqueda de la paz no incluye una confrontación frontal y estratégica contra la fuente de financiación de la guerra —el narcotráfico—, cualquier acuerdo será efímero. Es imperativo separar la búsqueda de la paz genuina de la permisividad con el crimen organizado.


El Desafío Internacional y la Reconstrucción de la Confianza

Uribe Vélez acierta al señalar que el problema del narcotráfico en Colombia es también un gran desafío internacional, con repercusiones que comienzan en Estados Unidos y se extienden a toda la comunidad global. La pérdida de los "buenos resultados logrados anteriormente" —posibles en gran medida gracias al Plan Colombia— y el consecuente "desperdicio de recursos" han mellado la confianza bilateral.

El anuncio de avanzar hacia un "nuevo gobierno" firmemente comprometido con la reconstrucción de la relación con Estados Unidos y la transformación de Colombia, sugiere la necesidad de retomar una agenda de seguridad cooperativa que fue exitosa en el pasado. Colombia necesita un socio estratégico para enfrentar esta amenaza transnacional, y la base de esa sociedad debe ser la transparencia y la contundencia en la lucha antinarcóticos.


El Llamado a la Acción: Un Punto Final a la Crisis

Es el momento de "ver las cosas de manera real". La columna de Uribe Vélez es un llamado a la acción para detener la espiral descendente. La salida de la crisis y la ola de inseguridad no se logrará con retóricas vacías, sino con una política de seguridad renovada, integral y sin ambigüedades.

Para salvaguardar el bienestar de los colombianos y lograr el crecimiento de sus hogares, el país necesita:

  1. Reactivar la confrontación directa y sin tregua contra las economías ilegales.

  2. Fortalecer la presencia estatal en los territorios históricamente abandonados.

  3. Restaurar la confianza con la comunidad internacional, particularmente con Estados Unidos, para obtener el apoyo y los recursos necesarios.

El futuro de Colombia no puede seguir siendo rehén de la cocaína y la violencia. Es imperativo trazar un punto final a la crisis y retomar un camino de legalidad, seguridad y verdadero desarrollo. La hora de las medias tintas ha pasado.