La voz de la comunidad de Miranda, Cauca, se alza con una desesperación que resuena en todo el país. El secuestro de Carlos Fernando Caicedo Duque, empresario y esposo de la Secretaria de Gobierno del municipio, es un espejo cruel del recrudecimiento de la violencia en el norte del Cauca. Han pasado diez días de angustia, y la única certeza es el silencio, roto únicamente por la súplica de una esposa, un hijo y toda una población que clama por su regreso sano y salvo.
Un Territorio Marcado por el Miedo
El Cauca, y en particular el corredor estratégico de Miranda, ha sido históricamente un campo de batalla y un botín para grupos armados ilegales. La dolorosa realidad que relata el alcalde Walter Zúñiga es un hecho innegable: el secuestro ha vuelto a ser una fuerte fuente de financiación para quienes delinquen en la región, sean disidencias, bandas criminales o grupos narcotraficantes que pululan en este territorio. Esta escalada del horror no es un fenómeno aislado; es la evidencia de un deterioro de la seguridad que exige una respuesta inmediata y contundente del Estado.
El Deber del Gobierno Nacional
El llamado del mandatario local al presidente Gustavo Petro y al Comisionado de Paz es un llamado a la acción prioritaria. No se trata solo de la liberación de Carlos Fernando, sino de la defensa de la vida y la libertad de todos los habitantes del Cauca. La "Paz Total" no puede ser solo un lema o una negociación con las cúpulas; debe traducirse en la presencia efectiva del Estado para desmantelar las economías ilegales (como el narcotráfico, al que el mismo presidente ha relacionado con la violencia en el Cauca) y garantizar la seguridad en el día a día.
La mención de organismos como la Defensoría del Pueblo, la OEA, la ONU y la Cruz Roja, junto con el acompañamiento de la Iglesia, subraya que la comunidad ha agotado sus propios recursos y ve en la intervención externa la única esperanza real.
La Esperanza No Debe Ser Secuestrada
El secuestro es un crimen atroz que desgarra el tejido social y económico de una región. Cada día de cautiverio es una herida abierta en la fe de los ciudadanos en la capacidad de su gobierno para protegerlos. El agradecimiento del alcalde por las oraciones es conmovedor, pero la comunidad de Miranda necesita algo más que fe: necesita acciones concretas que reviertan el avance de la criminalidad.
El caso de Carlos Fernando Caicedo Duque debe ser el punto de inflexión. El Gobierno Nacional tiene la obligación moral y constitucional de activar todos los mecanismos para su rescate y para restablecer el orden y la autoridad en el norte del Cauca. La libertad de un empresario, de un esposo y un padre, es la libertad de toda una comunidad. De no ser así, la violencia seguirá creciendo y secuestrando la esperanza en todas las regiones del país.