La noticia emanada de la Procuraduría General de la Nación no es una simple pieza de burocracia, sino un *eco desgarrador de la tragedia que Mocoa vivió en 2017 y una radiografía de la indolencia administrativa que vino después. Llamar a juicio a dos exdirectores de la UNGRD,Eduardo José González Angulo ("El Mono González") y Olmedo López Martínez por el fiasco de la reconstrucción,* valorada en más de $185.000 millones, es una obligación moral que el Estado, por fin, parece empezar a asumir.

La Procuraduría es contundente: *"A la fecha, el proyecto de la reconstrucción de Mocoa, no se ha culminado."* Esta frase no solo implica un incumplimiento contractual, sino un abandono a las víctimas que perdieron todo. *Se trata de 56 megaobras y obras de mitigación de riesgo que debían devolver la dignidad y la seguridad a los habitantes del Putumayo*.

El expediente disciplinario es un manual de lo que no debe hacerse en la gestión pública: presunta omisión para garantizar la culminación de las obras, falta de gestiones oportunas para reencauzar el proyecto y ceguera ante los obstáculos. *El resultado es devastador: contratos millonarios suspendidos, otros que no se ejecutaron y algunos que ni siquiera llegaron a iniciar.* Es decir, el dinero público, proveniente de las regalías que deberían cimentar el progreso, quedó paralizado, mientras el riesgo y la incertidumbre continúan azotando a la comunidad.

La calificación de las conductas como *“Falta gravísima”* a título de culpa grave y gravísima es apropiada, pero la justicia disciplinaria debe ser solo el primer paso. El impacto de estas presuntas omisiones va más allá de un expediente administrativo; *es una traición a la confianza ciudadana y un acto de crueldad con una población ya golpeada por un desastre natural.*

No se puede ignorar el contexto político que rodea a uno de los implicados. *La mención del llamado al jefe del “clan de los monos" y las aspiraciones electorales al Senado y la Cámara de Representantes de varios de sus miembros, mientras pesan sobre ellos señalamientos de enriquecimiento y abandono de la gestión*, genera una profunda indignación. Los ciudadanos merecen respuestas de quienes aspiran a representarlos, especialmente cuando se trata de recursos destinados a paliar una calamidad. *Quien no pudo responder por la reconstrucción de Mocoa, ¿cómo puede aspirar a legislar el futuro del país?*

Es imperativo que la justicia no se detenga. Es hora de que los afectados por este abandono vean cómo la justicia enmienda, de manera inmediata, no solo los errores administrativos, sino el dolor de la espera. *La reconstrucción de Mocoa no es solo una tarea de ingeniería, sino de restaurar la fe en la ética pública. La deuda con Mocoa sigue pendiente, y el juicio a sus responsables es el primer ladrillo para saldarla*

 

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