La reciente reunión entre los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y César Gaviria Trujillo no es solo un apretón de manos entre figuras históricas, sino un claro indicio de que el panorama político colombiano se está reagrupando con miras a las elecciones de 2026. La declaración de Uribe, al posicionar al Centro Democrático como los "obreros para construir una gran coalición de base democrática," revela una estrategia de convergencia que busca capitalizar el descontento o la incertidumbre que pueda generar el actual gobierno.


Los Constructores de la Coalición

El llamado de Uribe no es menor. Al extender invitaciones a figuras con pasados políticos diversos e incluso antagónicos, como Germán Vargas Lleras, Juan Manuel Galán, Juan Daniel Oviedo, Enrique Peñalosa y Sergio Fajardo, se dibuja un frente amplio que pretende ir más allá de las etiquetas tradicionales de "uribismo" o "gavirismo." La inclusión de nombres como Oviedo (un tecnócrata independiente) y Peñalosa (un liberal-conservador pragmático) sugiere que la columna vertebral de esta coalición será el pragmatismo, la experiencia en gestión y una postura de centro-derecha o centro que se oponga a las reformas y el rumbo del actual oficialismo.

El punto quizás más simbólico es el de Sergio Fajardo. Gaviria, al afirmar que no tiene "ninguna objeción para que Fajardo haga parte de una coalición en la que nosotros estemos," le da un espaldarazo crucial. Fajardo, quien ha sido un crítico tanto del uribismo como del gavirismo, representa un sector de la opinión pública que valora la ética y la educación por encima de las maquinarias políticas tradicionales. Su inclusión, de concretarse, podría dotar a la coalición de una capa de legitimidad e independencia que de otro modo le resultaría difícil de obtener.


 ¿El Sacrificio de la Ideología por la Unidad?

El principal reto de esta "gran coalición" será la coherencia ideológica. Unir a la derecha más tradicional (Uribe) con el liberalismo clásico (Gaviria), el pragmatismo de la "tercera vía" (Vargas Lleras) y el centro-izquierda moderado (Fajardo) exige sacrificar posiciones dogmáticas. La única bandera unificadora podría ser la de la "defensa de la democracia institucional" y una preocupación compartida por la estabilidad económica y social del país.

Esto plantea una pregunta esencial: ¿se trata de un proyecto de país o de un simple frente de contención electoral? Si la coalición se consolida únicamente como una reacción al poder, corre el riesgo de fracturarse tan pronto como se logre el objetivo electoral. Para ser sostenible, deberá presentar una visión de futuro clara, programática y, sobre todo, creíble para el electorado que busca alternativas serias.


Conclusión: Un Juego de Ajedrez

La movida de Uribe y Gaviria es un golpe de autoridad en el tablero político. Es un recordatorio de que, a pesar del auge de nuevas fuerzas, el poder y la influencia de los liderazgos históricos siguen siendo determinantes en la construcción de candidaturas presidenciales viables. Lo que se está gestando no es solo una alianza, sino un intento de redefinir el centro de gravedad de la política colombiana, aglutinando la experiencia y el capital político en un solo proyecto.

El camino al 2026 será un fascinante juego de ajedrez donde la pregunta clave no será quién está dentro de la coalición, sino qué están dispuestos a dejar de lado para asegurar su victoria.