En las guarderías y colegios infantiles ha comenzado, o está por comenzar, una temporada recurrente que a menudo genera alarma innecesaria entre los padres: la Enfermedad de Manos, Pies y Boca (EMPB). Es una infección viral común, causada principalmente por el virus Coxsackie, y aunque su nombre suena aparatoso y sus síntomas son incómodos, es fundamental que la abordemos con información clara y sin pánico.
La Realidad del Virus: Incómodo, Pero Benigno
La EMPB es, esencialmente, una enfermedad benigna. Se caracteriza por la aparición de llagas dolorosas en la boca (por eso los niños dejan de comer o tienen dificultad para tragar), y una erupción cutánea —a menudo con ampollas— en las palmas de las manos y las plantas de los pies, y a veces en la zona del pañal. Es altamente contagiosa, lo que explica su rápida propagación en entornos donde los niños comparten juguetes y están en contacto constante.
La mayoría de los casos se resuelven espontáneamente en unos 7 a 10 días, y el tratamiento se limita a aliviar los síntomas: control del dolor y la fiebre, y asegurarse de que el niño se mantenga hidratado, un punto crucial debido al dolor en la boca.
La Columna Vertebral de la Prevención: Higiene
Si bien no hay una vacuna para la EMPB, la batalla se gana con la higiene. Aquí es donde nuestra responsabilidad social entra en juego. Las guarderías, los padres y los cuidadores deben ser implacables con las medidas preventivas:
Lavado de Manos Riguroso: Insistir en el lavado de manos con agua y jabón, especialmente después de ir al baño, cambiar pañales y antes de comer.
Desinfección de Superficies: Limpiar y desinfectar rutinariamente los juguetes y las superficies que tocan los niños, ya que el virus puede sobrevivir allí por un tiempo.
Aislamiento Temporal: El paso más difícil, pero necesario: si un niño tiene síntomas activos, debe permanecer en casa. Permitir que asista al colegio o a la guardería es garantizar que el ciclo de contagio continúe.
El Papel Crucial de los Padres: Calma Informada
La proliferación de esta enfermedad no debe ser motivo de alarma, sino de activación preventiva. Los padres deben estar informados de que no se trata de una emergencia médica grave, sino de un proceso viral que requiere paciencia y cuidados de soporte. El verdadero riesgo se da en los casos raros de deshidratación, si el dolor en la boca impide al niño beber líquidos.
En lugar de ceder al pánico, debemos enfocarnos en la educación. Al entender qué es la EMPB, cómo se transmite y cómo se maneja, la comunidad puede trabajar en conjunto para mitigar su impacto y asegurar que, si bien es común, no se convierta en una interrupción constante de la vida familiar y escolar. La EMPB es una prueba de que, a veces, las grandes batallas por la salud pública se libran con el simple y efectivo acto de lavarse las manos.