La política, ese arte que debería ser la más noble de las vocaciones, se ha transformado en un espectáculo y, para muchos, en una simple y lucrativa profesión con fecha de caducidad. No podemos negar que el ciclo electoral se ha convertido en una pasarela donde el fin principal es "amarrar" un cargo, garantizar un contrato, o asegurar esos réditos económicos y de poder que llegan cada cuatro años. La figura del político se ha desdibujado, pasando de ser un servidor público a menudo a ser un empresario de lo público.

 

¿Superhéroes o Supervillanos? La Ilusión de la Capa

Es tentador idealizar a los políticos como esos superhéroes que vemos en el cine y la televisión: figuras impolutas, fuertes y con el único objetivo de salvar a la gente. La retórica de campaña está llena de promesas de rescate y transformación. Se visten con la capa del cambio y prometen la justicia que tanto anhelamos.

Pero, ¿entienden realmente los aspirantes a ocupar los escaños del Congreso el verdadero significado de ser un héroe?

El gran error es creer que el heroísmo radica en figurar, en ser el primero en el titular, en la foto o en el ranking de popularidad. El verdadero heroísmo, el que Colombia necesita con urgencia, es el que se centra en apoyar a los demás. Es el que trabaja desde la sombra para mejorar un sistema de salud quebrado, para garantizar una educación de calidad en la ruralidad, o para fiscalizar con honestidad los recursos que son de todos.

El héroe de la política no busca la luz del reflector; busca la solución para el ciudadano de a pie.

 

La Falsa Fachada y la Miserable Realidad

Lamentablemente, la realidad que a menudo enfrentamos es otra. Detrás de la capa brillante y el discurso épico, se esconden demasiados "súper bandidos" y "villanos" que se siguen burlando del pueblo colombiano. Estos son los que utilizan la investidura para el beneficio personal, para negociar a espaldas de la ética y para perpetuar un statu quo de desigualdad e injusticia. Son aquellos que ven en el servicio público una chequera personal y no una responsabilidad sagrada.

 

 

El Voto como Poder Transformador

Ante las elecciones que se avecinan, el llamado es a la conciencia ciudadana. Debemos exigir que quienes lleguen a ocupar esos cargos en el Congreso sean verdaderos héroes de la ciudadanía. Y eso solo lo lograremos si como electores entendemos que:

  1. El héroe es humilde: No se trata de la persona más rica o la que tiene el apellido más sonoro, sino de quien demuestra un historial de servicio genuino y transparencia.
  2. El héroe sirve, no se sirve: Sus propuestas deben estar enfocadas en las necesidades colectivas (la comunidad), no en los intereses particulares (su bolsillo).
  3. El héroe no tiene miedo de la verdad: Debe ser capaz de debatir con altura, reconocer errores y, sobre todo, denunciar la corrupción sin temor a las represalias.

Colombia está cansada de los villanos disfrazados de salvadores. Es hora de que el voto sea el filtro que separe el grano de la paja, el verdadero servidor del farsante. No permitamos que estas elecciones sean la continuidad de la burla. El país necesita una clase política que entienda que la verdadera superpotencia es la integridad, y que la misión más importante de un congresista es ser el escudo y la voz del pueblo, no su verdugo ni su explotador.

¡Que vengan los verdaderos héroes!